DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL SOCIALISMO CIENTÍFICO

 


En los últimos tiempos hemos podido leer multitud de artículos hasta en la prensa de los pudientes y acomodados sobre la vuelta de Marx. Algunos llegan a decir que quizá el marxismo no estaba tan equivocado como a la burguesía nos hacía creer. Igualmente, también aumentan los ataques en su contra, muchos infundados y tan solo propagandísticos. Se trata de una profunda polarización de la sociedad local, nacional y mundial.

No deja de ser curioso que unas ideas que son constantemente tergiversadas y enterradas por los capitalistas y por los reformistas que han abrazado el capitalismo, estén siendo reivindicadas hoy, no por los catedráticos de las universidades o por los intelectuales, sino por los mismos hechos ante los ojos de los ciudadanos. Tarde o temprano la verdad no se puede tapar.


Desde el punto de vista histórico el marxismo es una ideología joven que demuestra una gran vitalidad debido al método de análisis todo suyo conocido como el materialismo dialéctico. Es significativa y fundamental la aportación al movimiento obrero, y a toda la sociedad, que hace la obra de Marx y Engels.  Dotando al movimiento obrero y a la sociedad en general, de una gran capacidad de análisis científico de la sociedad en movimiento, de la economía, identificando cómo son las bases materiales de la existencia y de la sociedad, y cómo se organiza ésta para producir y distribuir los productos, y cómo la economía es realmente la base que determina en última instancia la superestructura social, es decir las ideas, las instituciones, la política, etc.

El libro de Engels Del socialismo utópico al socialismo científico es imprescindible para entender el desarrollo del materialismo dialéctico que se basa en la realidad independientemente de si esta es concreta o abstracta. El método marxista no nace mágicamente como un todo acabado en la mente de Marx y Engels, sino que se basa en lo más avanzado de los conocimientos de la época principalmente en la economía política inglesa, en la filosofía alemana y el socialismo francés, hoy podríamos añadir el humanismo social latinoamericano.

A la época de Marx y Engels, para los socialistas utópicos de entonces, horrorizados con las condiciones de vida que sufría la clase obrera fruto del desarrollo industrial capitalista, el socialismo era una buena idea para cuya implantación dependía únicamente de convencer a toda la sociedad de sus benevolencias. En este sentido no diferían en absoluto de los reformistas de hoy, que pretenden (sin mucho éxito, por cierto) ablandar a los capitalistas furibundos con lastimeros discursos sobre las injusticias sociales. El capitalismo ya dejaba ver su cara mientras se iba transformando de capitalismo productivo en capitalismo especulativo. Inicialmente, fueron los socialistas utópicos quienes contribuyeron a que la clase obrera fuese tomando conciencia, es decir, dejase de ser "una clase en sí" para ser "una clase para sí".


En el terreno filosófico, Engels combina de los avances de las ciencias naturales (que se desprenden del idealismo para analizar la naturaleza desde el punto de vista materialista), es decir con la dialéctica, cuyas leyes son sintetizadas por Hegel, aunque desde un punto de vista idealista (explicando el desarrollo de la humanidad como si fuese el desarrollo del "Espíritu humano"). En su libro titulado “Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico”, Engels ofrece la base materialista dialéctica como una herramienta fundamental del pensamiento humano para comprender la realidad y sus cambios.

Por otro lado, Marx desarrolla la teoría del valor hasta dar con el punto central de la explotación capitalista: la plusvalía. Los beneficios del capitalista corresponden al trabajo no pagado al obrero. Frente a la crítica moralizadora, superficial, de distracción y propagandística del sistema capitalista, el marxismo contrapone un análisis científico que se hace concretamente evidente a todos. El sistema de producción de mercancías en masa para la venta es el que genera la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación, es decir, que los frutos de este trabajo social son apropiados por el capitalista.


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