Los Principios y Anti-Valores del Capitalismo


En orden ABC descendente y no por importancia


 Aceptar como normal la explotación del hombre:  como la única forma de producir los bienes materiales, ridiculizando otros medios tales como la cooperación y el trabajo colectivo.     

Consumismo: El mundo del Sr. Capitalista depende no tan solo de la producción de mercancías, sino además de la distribución y consumo de los productos. La acumulación de riquezas en manos privadas no se realiza si las mercancías no se venden, por lo que se hace necesario fomentar el consumismo, desde lo básico hasta lo más lo extravagante, lujoso y banal.
      
Culto al fetiche materialista. Poderoso caballero es don Dinero, nos decía Quevedo con razón. Cuanto tienes es lo que vales. Poseer dinero es lo único que hace valer como persona de poder y respetable. Sobre todo, si el capitalista presenta una imagen de hombre filantrópico, aunque todos sepan que la filantropía es un escudo fiscal en el mundo capitalista.
     
 Cultura individualista y egoísta:  El sistema te predispone y obliga a pensar y obrar con independencia del colectivo atendiendo desmedidamente al propio interés y haciendo sentir al más imbécil al centro del universo.
     
 Intolerancia: Entre los valores del capitalismo no existe el humanismo ni la aceptación de costumbres y tradiciones de otras personas, de otras comunidades, color de la piel, costumbres y tradiciones. Prevale la opinión propia, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. La intolerancia tiene como consecuencia la discriminación, insulto, falta de respeto y hasta la agresión contra el diverso.
      
La moral y ética no cuentan:  Para el capitalista lo ideal es un mundo maquiavélico sin moral ni ética, en el que sobrevivirán los más vecinos al poder y los más fuertes económicamente. Así, nadie se desarrollaría armoniosamente como sociedad pues cada quien actuaría a su parecer, sin orden y sobre todo haciendo prevalecer como principio único la acumulación de riquezas.
      
La riqueza es FELICIDAD: Este antivalor consiste en instruir, educar y propagandear modelos de vida con el objetivo de instituir una relación simbiótica entre riqueza y felicidad. Para el capitalista, no existe uno sin el otro. Se acumula capital, felizmente y en forma desenfrenada, motivado para llegar al grupo exclusivo del 1% de la población mundial quienes han acumulado hasta hoy el 82% del total de la riqueza global. Prevalece el pensamiento que la felicidad es consecuencia del individuo al saber escoger bien sus metas y valores útiles para la vida propia, por lo que la sociología y la demografía no cuentan nada.
     
Mundo de Privilegios: Se aceptan privilegios solo para las clases altas, por lo que uno más uno no suma dos, visto que uno de los dos tiene más valor que el otro.
      
Pragmatismo insensible:  “El fin justifica los medios” haciendo predominar la actividad fuera de ley y criminal cuando sea necesario en favor de las ganancias.
     
Resignación a ser oprimido:  La población debe aceptar la cruz que le toca cargar, ser de los miserables explotados.  Ello es parte fundamental de la psicología social y tiene una relación directa con el Síndrome de Estocolmo, paradójica en la cual se desarrolla un vínculo afectivo entre los rehenes y sus captores, en este caso entre el explotador y el explotado, entre imperio y colonia, reduciéndose a una forma de “mayordomo negro” moderno.

Supervivencia del más apto:  La competencia desleal es válida, o comes tú o te comen. Un mundo de tiburones.
     
Todo Tiene un Precio: Se vive aceptando que todo tiene un precio y que todo se vende sin límite alguno. En la subasta alzando el precio, hasta la mujer se vende como en el Film “Indecent Proposal”.
     
Tolerancia a la corrupción:  La corrupción se hace corrupción cuando te cogen con las manos en la masa, mientras tanto la corrupción es lo estándar. Por su parte, los medios insensibilizan a la población ante la corrupción, como si fueran casos excepcionales y no lo normal.  
     
Trabajo es Materia Prima:  El trabajo humano visto como un recurso más de materia prima. El trabajador es obligado a vender su tiempo de trabajo con ciertos requerimientos y objetivos de producción, mientras lo que produce ni el plus valor no le pertenecen. El salario se hace necesario para que pueda regresar el próximo día a seguir trabajando.


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